¡Llévelo, llévelo!

Que ironías tiene la vida. Se podría decir que hoy en día, casi todo puede llegar a tener un precio. Excepto las mejores cosas de la vida como la salud, el amor y entre ellas está la máquina más perfecta y maravillosa antes vista, es compacta y fácil de llevar pues pesa alrededor de un kilo y medio. La única capaz de hacernos sentir felices y realizados y para nuestra mala suerte, no hay donde comprarla. 

De esta máquina han surgido todas las ideas con las que se ha desarrollado el mundo. La electricidad, la rueda, los aviones, la imprenta, la medicina y todo lo que nos rodea hoy en día.

Gracias a esta máquina el mundo ha tenido buenos y malos momentos. Ha sido utilizada responsablemente y en varias ocasiones ha sido utilizada de una manera muy irresponsable.

Me imagino que mientras me lees, te preguntas: ¿Qué máquina es? ¿Dónde la consigo? Pues ¿qué crees? La llevas puesta y se te concedió de manera gratuita. Esta máquina se llama: cerebro.

Es la máquina que nos conduce y determina como seres humanos racionales. Es la máquina que en vez de gasolina se estimula por medio de la observación basada en lo que nos rodea y se va construyendo desde el ejemplo de todo aquello con lo que vamos teniendo contacto.

La observación es nuestra más grande maestra dentro de esta batalla que es la vida y por medio de ella nacen todos los cuestionamientos que nos hacen avanzar. La observación y el ejemplo son los más grandes alimentos que le podemos regalar a nuestra máquina. Por eso es tan importante conducirlo hacia donde haya más ejemplos de vida constructivos, porque de la única cosa que sí peca esta máquina es de ir en contra de la pérdida de tiempo en cosas que no la hacen ser mejor y más constructiva.

Vivimos la mejor era en la historia del mundo, la tecnología nos ha hecho avanzar como seres humanos de una manera impresionante, pero ¿qué uso le estamos dando a todo el acceso de información con el que contamos hoy en día?

Conservar esta máquina como si la acabáramos de comprar es nuestra misión, alimentarla de cosas que le ayuden a funcionar mejor es nuestra responsabilidad, para así seguir combatiendo uno de los grandes males que nos invaden hoy en día: la anorexia cerebral.

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